Diseñando para la generación millennial
Desde los baby boomers no daba una generación tanto que hablar. Nacidos entre comienzos de los 80 y finales de los 90, los milenials –también conocidos como generación Y– son tan solo el principio de un cambio del que pronto tomará el relevo la generación Z. Exigentes, impacientes, ecológicos, sociales y emocionales, todos ellos forman parte de la ola de jóvenes que están cambiando los paradigmas del diseño. Una nueva forma de vivir y experimentar el diseño, tanto espacial como de producto, comunicación y gráfico, que junto a empresas y estudios de la talla de CBRE, Pangea, Lagranja y Yonoh, Actiu tuvo la oportunidad de analizar en la mesa redonda ‘Diseño, experiencia transformadora de la sociedad’, celebrada en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología, ESNE, y moderada por Maite Felices.
El trabajo como forma de vida
Tener en cuenta las necesidades de las generaciones más jóvenes es imprescindible si se quiere hacer un buen diseño. Considerado por muchos en sus orígenes como un lujo meramente estético, al que el paso del tiempo ha acabado reconociendo su no menos importante carácter funcional, ahora el diseño es también experiencia y emoción. Para el director general de ESNE, Rafael Díaz, “el diseño que no transforma la sociedad, ni mejora la vida de sus usuarios, no es un buen diseño”. Un proceso de cambio afín a la filosofía de vida de las nuevas generaciones, que en constante evolución buscan convertir su día a día en momentos únicos que compartir.
Convertir el trabajo en una forma de vida y no en un medio de vida es el objetivo de los más jóvenes. “Para las nuevas generaciones, trabajo significa experiencia, aprendizaje, colaboración, diversión y familia” explica David Sánchez, Brand Guardian de Pangea. Encargada de promover y conectar la generación milenial con las empresas, la asociación es autora, junto a la consultora de espacios, CBRE, del estudio Nuevos paradigmas de los espacios de trabajo. Un análisis que, tomando como base cómo entienden el trabajo estos nuevos nativos digitales y cuáles son sus necesidades, define las bases de los nuevos entornos laborales.
Los nuevos ‘nómadas laborales’
El diseño como herramienta de cambio, capaz de atraer y retener talento, es fundamental.
“Las empresas están descubriendo que siendo más atractivas atraen más talento, incrementando su productividad y creatividad” señala Muriel Altunaga, Head of Workplace Advisory & Transaction Services de CBRE.
Si para los baby boomers (nacidos entre 1945 y 1964) el trabajo se asociaba directamente a la estabilidad laboral, y para la generación X (1965 y 1981) implicaba asumir con normalidad la jerarquía laboral, en el caso de los milenials se trata de un lugar lleno de retos y experiencias. Más idealistas que sus antecesores, los nuevos profesionales son también mucho más exigentes y volátiles: se reinventan constantemente, buscan aprender y superarse, y, si no lo consiguen, no tienen ningún miedo a la movilidad laboral.
Lo colectivo sobre lo individual
El entorno de trabajo implica ya no solo el espacio físico, sino también el tecnológico. Un cambio de paradigma del que son en gran parte responsables las nuevas tecnologías, que facilitan la comunicación entre equipos de trabajo geográficamente dispersos; y el cambio de mentalidad de los más jóvenes, con un mucho menor sentido de la propiedad y la pertenencia. Frente al individualismo y la jerarquía asociadas a las oficinas convencionales, las nuevas generaciones demandan entornos ‘armónicos’ que den cabida a un gran abanico de experiencias y vivencias, y donde lo colectivo esté por encima de lo individual. Un nuevo modelo de trabajo, que va más allá de sustituir las tradicionales oficinas de ‘cubículos’ por salas diáfanas, y apuesta por espacios personalizados y segmentados según las distintas necesidades, con ambientes colaborativos y estímulos sensoriales que fomenten el aprendizaje, pantallas de información compartida, nuevas tecnologías y conectividad. Continuamente conectados a las redes, para los denominados ‘nativos digitales’ un espacio de trabajo sin tecnología es ya inimaginable, e implica perder información, motivación, integración y flexibilidad.
Productividad, eficiencia, cooperación, inclusión, dinamismo y sostenibilidad son también aspectos muy valorados por las nuevas generaciones. Una alta conciencia, social y medioambiental, que demanda tecnologías sostenibles y espacios de trabajo inteligentes que sean capaces de empatizar con sus necesidades a través de sistemas de IA y Big Data. Como apunta Alex Selma de Yonoh, el estudio valenciano especializado en diseño de producto que lidera junto a Clara del Portillo, “no solo la estética, sino también el confort, tanto ergonómico como visual, es fundamental en cualquier diseño”.
La ‘domesticación’ del espacio de trabajo
La desaparición de la línea divisoria que tradicionalmente ha separado la vida personal y la profesional genera ahora una ‘domesticación’ de los espacios de trabajo. Entornos que recuerdan a los de una casa, con mobiliario cada vez más versátil y elementos naturales que permiten salir de la oficina aun estando en ella, son algunos de los recursos más utilizados. “El mueble ha dejado de verse como un simple objeto para convertirse en una herramienta que potencia aspectos como la comunicación, la ergonomía y el bienestar de sus usuarios”, explica Soledat Berbegal, Consejera y Directora de comunicación de Actiu. Sobre la incorporación en el espacio de trabajo de entornos normalmente asociados a otros usos, como cocinas y restaurantes, el Director Creativo y fundador de Lagranja, Gerard Sanmartí, señala que, “aunque este fenómeno de ‘mutación’ permite compartir el mobiliario según qué área, hay aspectos, como la iluminación o la acústica, completamente distintos. Y es que no tiene nada que ver diseñar un espacio donde el usuario pasa todo el día con otro en el que apenas va a estar un par de horas”.
Convivencia intergeneracional
Dónde quedan las ‘viejas’ generaciones y cómo diseñar espacios en los que convivan en armonía trabajadores con necesidades y objetivos muy distintos (en 2019 serán ya seis generaciones las que trabajen juntas) son retos a los que ahora se enfrentan las empresas. Aspectos como la autoridad, la seguridad, la estabilidad, el compromiso, la tolerancia al cambio y al fracaso, los sentimientos de pertenencia y posesión, el trabajo en equipo, las nuevas tecnologías, la conciliación de vida laboral y personal, o la movilidad laboral, son interpretados de muy diversas formas según cada generación y están haciendo que muchas empresas experimenten ya un proceso de ‘coaching inverso’ entre sus trabajadores para ‘resolver’ la brecha generacional existente entre ellos y lograr así que no solo convivan, sino que además se entiendan.